jueves, 4 de noviembre de 2010

Analoguiando: Episodio II - Supervivencia Universitaria

Son las seis de la mañana del lunes, 18 de octubre; y tras un fin de semana en el boquete, al fin iba a tener contacto con una computadora en el Colegio. Lamentablemente era para completar una asignación de Metodología Matemática, clase que consiste en ir a un centro de observación (entiéndase escuela) a anotar las ocurrencias e identificar estrategias de enseñanza que los maestros hagan para mejorar las lagunas que traen los estudiantes.

Como tenía piquiña cibernética, me puse a ver los feisbuks, correos y ver videos de Youtube en el centro de cómputos, tan indispensables en las tareas diarias de la sociedad moderna. Pero mi sentido de responsabilidad me pellizcó el cerebro y empiezo a contestar las tres preguntas de ensayo a las ocho.

Pasa como dos horas y media, y el administrador del centro nos manda a apagar las máquinas, que iban a cerrar. Ya estaba en la última pregunta y parecía que iba a ser causa perdida. Razones para el cierre inmediato era obvio por la inmensa cantidad de ocasiones que ha ocurrido en el semestre: no había agua en Mayagüez. Parece que por acto de magia se esfumaba el agua al amanecer, los no docentes estaban tres horas y a las 11:30 se tomaban un almuerzo hasta el siguiente día, mientras que los profesores y estudiantes se tenían que chupar la tarde y la noche con las necesidades no educativas cerradas, incluyendo las necesidades sin bajar de los lavatorios perfumando el perímetro cercano. Ya esto es ley dentro de la UPR.

Lo único que quedó abierto tras que los no docentes desertaron fueron la cafetería y el CRRE, un centro que provee servicios de computadoras, impresoras, y fotocopiadoras. Milagrosamente era la única sección de la biblioteca abierta, gracias a que tienen un aire acondicionado a condición acuática.

Tras entrar y sentarme, reabro mi documento de Google Docs y completo la primera misión. es un alivio saber que poco a poco los browsers han nublado al sistema operativo con tal magnitud, que se espera que se hagan laptops solamente basados en conexión al Internet, como si fuesen un aparato de radio o TV.

Ahora solamente tenía que llamar a casa para que me viniesen a buscar. Pongo el celular a mi oido y sale la operadora: "Te jodiste, no tienes minutos en el celular porque, aunque tuvieses 29 minutos se expiraban el sábado". Normalmente en casos como éste, solamente buscaba el teléfono público que estaba fuera de la biblioteca y ya. Trato de poner las dos pesetas, pero parecía que tenía algo tapado. levanto el auricular y estaba muerto. Ahora, ¿qué rayos haré yo sin celular? No quería estar jodiendo a gente que transita los pasillos universitarios como mendigo. Decido ir a buscar un pay phone en el 2010, algo que hubiese sido pan comido hace 20 años atrás.

Las tres sonaban las campanas. El reto telefonico comienza por el Town. Justamente afuera del Vita se hallaba un público. Mi júbilo se fue a cero cuando le faltaba la pieza escencial. Continuo mi caminata por la parte lejana del RUM: el Natatorio (nada), Registraduría (un rótulo y no teléfono), Empresas (nacarile), y Servicios Médicos. Ya veo que por ley de la sociedad [uertorriqueña, el hombre boricua tiene un celular pegado al cuerpo como un quiste benigno. Al final regreso al portón principal y pido una llamadita.

Ya un día terminaba y ya estaba seguro. Me traen una tarjeta que nunca funcionó, quedándome completamente incomunicado hasta que saliese a clases, con el verdadero feeling de un encuevao. La estadía cuasi arcaica estaba sosa al principio, pero luego me puse a idear remedios para mi cansancio.

Eso lo veremos en la parte III.

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